Sobre las propuestas electorales de políticas de salud
Candidatos a la presidencia, vicepresidencia, congresistas y bosquejos de plan de gobierno aparecen a medida que avanza el cronograma electoral. 19 candidatos que ofrecen todo lo que el electorado desea escuchar. Sin embargo, nuestra preocupación se centra en contrastar los perfiles y las necesidades percibidas por la población.
Los rostros de los políticos transmiten usos y costumbres, planes y procedimientos. Hechos y circunstancias. Los gestos y la experiencia social y política son inherentes al personaje.
Es poco probable que un candidato percibido como representante de modelos de políticas públicas ya experimentadas y con dudosa eficacia sea creíble si planteara por ejemplo, un gran cambio de éstas. Este pequeño detalle hace que los candidatos que provienen de gestiones gubernamentales anteriores reciban duros cuestionamientos y, además, que la tasa de congresistas que se reeligen sea baja.
Algunos partidos políticos han comprendido y han renovado sus cuadros y hoy aportan gente nueva. Otros, al contrario, mantienen en sus naves a las mismas opciones. Poco importa si son vistos como tránsfugas. En esta circunstancia la experiencia suele tener una connotación negativa porque la sociedad exige cambios.
La coherencia entre el perfil del candidato y las propuestas de políticas públicas permite una mayor fluidez de los discursos y reduce explicaciones junto a la racionalidad. Cuando hay coherencia huelgan las palabras y fluye el instinto del animal político.
Preocupa también que ellos entreguen poca importancia a la mochila que carga cada uno de sus colaboradores. Más aún, cuando, a veces, estos han generado controversia y polarización. Así será difícil construir gobernabilidad.
La población asiste preocupada frente al transfuguismo, al cambio de camiseta oportunista y permanece incrédula al cambio de discurso de los actores. La mentira impune mella la democracia.
Los partidos políticos deben ser conscientes que se requiere una serie de modificaciones en aspectos clave. En ese sentido, la salud y la educación deben tener prioridad junto a la presentación de nuevos actores, nuevos planes y una lectura crítica del pasado reciente.
Sin embargo, la salud pública, ha sido trajinada con grandilocuencia, frondosa producción legislativa, de gasto y poco impacto. La retórica de la llamada “reforma de la salud” ha encumbrado actores, cuyos nombres han sido ligados al fracaso. Cualquier analista de la realidad sanitaria propondría “reformar la reforma”, pues los usuarios plantean cambios drásticos.
Los actores ligados a ese fracasado proceso se han dado maña para repartirse como candidatos en la mayoría de partidos. Han realizado “incidencia política” y han presentado como “consenso” sus propuestas. Peor aún, posponen la continuación de la reforma de salud y educación. Sin rubor alguno, han señalado que incluso ratificarían a los equipos de gestión de tales sectores. Increíble.
No pierdo aún las esperanzas que la salud reciba un trato deferente. Me resisto a creer que existirá otro lustro perdido.
Por Herberth Cuba Garcia