Sobre la desactualización de los programas y propuestas políticas
El proceso electoral en marcha ha perfilado ya, a estas alturas, las concepciones filosóficas existentes en los candidatos, en los equipos técnicos y, sobre todo, en los planes de gobierno presentados ante el ente electoral. El mundo contemporáneo es rico en el debate de ideas políticas. Las concepciones filosóficas vigentes desde los últimos 20 a 30 años han sido duramente criticadas y adolecen de capacidad explicativa ante la realidad política contemporánea.
El Perú es un país complejo, diverso y heterogéneo. Las explicaciones reiterativas de hace 20 años impiden hacer prognosis (predicciones) para ajustar una adecuada intervención social a través de políticas públicas. Ese es uno de los aspectos que generan desajuste entre la realidad social, las necesidades y deseos de la gente y las ofertas de los políticos.
Hasta la caída del Muro de Berlín, en 1989, era vigente el debate entre igualdad versus libertad. Entre izquierda y derecha. Socialismo y capitalismo de libre mercado. Entre estos extremos solían situarse los diversos matices de igualdad libertaria o libertad igualitaria. Sin embargo, hoy ha quedado demostrado luego de arduo debate que esta disyuntiva es insuficiente para incluir la necesidades explicativas y los intereses de los seres humanos.
Ambos principios que han sido presentados como fundacionales de la política, son insuficientes, porque existe la necesidad racional de incorporar nuevos principios. Libertad y justicia o igualdad y justicia no sólo en el gobierno y la economía, sino en la familia, la sexualidad, el género, la medicina, la educación, entre otros. También, son insuficientes para explicar nuestras tradiciones históricas, la biodiversidad, las prácticas culturales. Por ejemplo, un aspecto central de debate es el multiculturalismo que tanta polémica ha generado en Europa a partir de la inmigración árabe reciente.
Es decir, existe una diversidad de principios y de derechos que se invocan en el nuevo debate político. El debate contemporáneo, apela, además, tal como señala Will Kymlicka, al “acuerdo contractual”, “el bien común”, los “derechos”, el “feminismo”. Además, existe un replanteo de “la teoría de la justicia”, de “la teoría del reconocimiento”, “la teoría del Estado” y “el rol de la nación”, entre otras.
La revisión de los planes de gobierno demuestra que padecen de una puesta al día, de los novísimos aportes mundiales. La izquierda ha quedado reducida a su tradicional visión estrecha. La derecha, ha defendido desde sus experiencias de gobierno, su propia visión. Es decir, la nueva diversidad de principios y formas de apreciar el mundo han sido considerados periféricos o atribuidos a sectores marginales. Los ciudadanos de hoy se enfrentan a los políticos porque sienten o perciben que no los representan.
Por ejemplo, los derechos humanos, los derechos como usuarios y consumidores, la interculturalidad, el reconocimiento de la diversidad y la multiculturalidad, el género y la familia plasman agendas de gobierno extensas y conflictivas. Obviarlas o tomar posición sin previo debate y sustento, generará gobiernos no representativos.
Los partidos políticos han presentado sus planes de gobierno. El debate nacional al que deberíamos asistir debe enriquecerlos. Sin embargo, es necesario que los lideres muestren una visión abierta y comprensiva de la nueva agenda nacional y mundial. Las generalidades, las ambigüedades y los lugares comunes se revertirán contra la legitimidad del gobierno próximo.
Nuestro país, se ha insertado en la economía mundial. Las sumas y las restas de las ventajas de esta inserción siempre será debatible. Sin embargo, permanece aislado aún, de las nuevas tendencias políticas contemporáneas. Nuestro país merece mucho más.
Por Herberth Cuba García