Descuidos en la estrategia nacional de inmunizaciones
La difteria está causando pánico en Lima. El 30 de octubre se confirmó la muerte de una menor de cinco años, internada en el Hospital 2 de Mayo. Por otro lado, falleció en el Hospital Cayetano Heredia una mujer de 69 años que era portadora de otras enfermedades crónicas y que dio positivo a la prueba molecular para difteria. Como se sabe, es una enfermedad que no ocurría en nuestro país desde hace 20 años. La niña había nacido en Loreto y desde hace un año residía en la zona de Manzanilla en el distrito limeño de la Victoria; mientras que la mujer de 69 años residía en el distrito de San Martín de Porres. Además se han detectado tres casos nuevos del entorno de la niña, pero con cuadros benignos. Es decir, los casos están ubicados en Lima Centro y Lima Norte, respectivamente. Como respuesta, el Ministerio de Salud (Minsa) declaró una alerta epidemiológica a nivel nacional: ha emitido un documento que resalta la situación de riesgo para la población y recomienda una serie de actividades de salud pública “urgentes y eficaces”.
La difteria es una enfermedad inmunoprevenible; es decir, que existe vacuna segura y eficaz. La vacunación ha sido la razón por la que desde hace 20 años no ha habido ningún caso. La muerte de la niña que no fue vacunada el año 2015 es la evidencia del fallido diseño e implementación de la reforma de salud del lustro humalista. Esa reforma, implementada bajo el pomposo nombre de “aseguramiento en salud”, solo priorizó la medicina curativa y hospitalaria, en detrimento de la medicina preventiva y del Primer Nivel de Atención (los puestos y centros de salud). En ese sentido, la Ley Marco de Aseguramiento solo se ha dedicado a la compraventa de los daños asegurables, y ha dejado de lado las actividades de salud pública, la incidencia en los determinantes (económicos, sociales y culturales) y la Atención Primaria de Salud (APS).
El Minsa señala que la niña sólo recibió una dosis de vacuna al nacer; y como sabemos, a los dos, cuatro y seis meses de vida se reciben las tres dosis de vacuna contra la difteria. Es evidente que la niña, en el año 2015 y parte del año 2016, no recibió las dosis que le correspondían, según el Esquema Nacional de Vacunación. Hay que recordar que el Gobierno humalista dejó una baja cobertura de vacunación en los niños menores de cinco años, de solo el 48%, cuando debió ser por lo menos del 95%. Es recién con el inicio del Gobierno del 2016 que se emprendió la recuperación de la estrategia sanitaria de inmunizaciones.
Como se puede constatar, el puente de la continuidad de la política gubernamental en salud entre el lustro humalista y la gestión ministerial en el sector salud se dio a partir del año 2019, con el retorno al “aseguramiento mercantilista” en salud; con la promulgación, por ejemplo, del Decreto de Urgencia 017-2019, de Cobertura Universal en Salud y otras normas, con el único afán de retomar y profundizar esa reforma mercantilista. Además, sobre esa base legal se ha planteado la denominación del año 2020 como “Año de la universalización de la salud.
La equivocada estrategia hospitalaria, militar y policial de lucha contra la pandemia Covid-19, que se inició en marzo del 2020, dejó de lado al Primer Nivel de atención; es decir, a las postas y a los centros de salud. Una vez más, el enfoque hospitalario y curativo retornó al Minsa, en detrimento del enfoque comunitario, preventivo y promocional. Como sabemos, las estrategias sanitarias se implementan, incluida la vacunación, precisamente en el Primer Nivel de Atención de Salud, con la movilización de la propia organización comunitaria.
La niña, nacida el 2015, debería haber recibido el refuerzo de la vacuna contra la difteria en el presente año; sin embargo, debido a la pandemia, tampoco fue vacunada. Es decir, el descuido de la estrategia nacional de inmunizaciones, por una equivocada estrategia contra la pandemia Covid-19 sigue cobrando víctimas. Algunos medios de comunicación han pretendido trasladar la responsabilidad del sector salud hacia la propia madre de la niña. Es decir, al sufrimiento por la pérdida de su menor hija se agrega la acusación de irresponsabilidad por el incumplimiento del Esquema Nacional de Vacunación que provee el Gobierno. Es increíble porque no toman en cuenta que la estrategia Nacional de Inmunizaciones es una política pública y, por tanto, obligatoria. La negligencia, como es obvio, es gubernamental.
Luego de las muertes, no solo como producto del Covid-19 sino ahora también por la difteria, el Gobierno ha volteado la mirada al primer nivel de atención de salud. A pesar de casi haber cerrado los 8,000 establecimientos de salud que existen a nivel nacional, ha proyectado un exigente programa de vacunación a nivel nacional. Es obvio que es una buena acción; por el contrario, es una acción reactiva y tardía. Las víctimas mortales han podido ser evitadas. La desgracia ocurrida nunca podrá ser compensada. El Minsa ha casi destruido la salud pública. Además las Redes Integradas de Salud (RIS) creadas, según Ley 30885, para fortalecer el Primer Nivel de Atención, han sido distorsionadas. Como vemos, la ideología y el desconocimiento han tenido un correlato funesto. ¡Urge un cambio!