Irregularidades en el Instituto de Gestión de Servicios de Salud (IGSS)
El 7 de abril de cada año se conmemora el Día Mundial de la Salud. Esta ocasión sirve a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un motivo de reflexión y acción sobre diversos temas. Este año le ha tocado a la diabetes, una enfermedad que, debido a los nuevos modelos de consumo y estilos de vida, ha aumentado en modo gravitante. La diabetes afecta a todos los países, sobre todo a los de ingresos medios y bajos. Para combatirla existe una serie de medidas simples, que implican el cambio de comportamiento para lograr estilos de vida saludables. Por ejemplo, la conservación del peso normal, dieta saludable y el ejercicio físico.
La diabetes tiene un enorme impacto económico y social. Es una enfermedad crónica, que requiere uso intensivo de los servicios de salud e incrementa el gasto familiar, además de ocasionar el deterioro progresivo de la calidad de vida. Los niveles de azúcar altos en la sangre afectan la salud y pueden producir infartos cardiacos y cerebrales, ceguera, neuropatías, insuficiencia renal, impotencia sexual e infecciones recurrentes, entre otros.
La OMS recuerda: “Muchos sectores de la sociedad tienen una importante función que desempeñar, en particular los gobiernos, empleadores, docentes y fabricantes, así como la sociedad civil, el sector privado, los medios informativos y cada uno de nosotros”. El rol del gobierno es relevante. Su misión es organizar y conducir la capacidad de respuesta sanitaria de todos los actores involucrados. Una tarea que el actual gobierno no cumple.
El mal llamado “proceso de reforma” del actual gobierno ha desarticulado y desbaratado la capacidad de respuesta sanitaria, ha incrementado la burocracia con personal no especializados y ha perseguido a los profesionales de la salud. Por ejemplo, con el Decreto Legislativo (DL) 1167 se creó el Instituto de Gestión de Servicios de Salud (IGSS), y a su cargo quedaron las prestaciones prehospitalarias a nivel nacional, los institutos especializados y los hospitales nacionales y las redes de salud y hospitales de Lima Metropolitana. Además, da asistencia técnica a los gobiernos regionales. En otras palabras, se creó un “nuevo” Ministerio de Salud y una nueva burocracia.
El DL 1167 solo exige, de manera errónea, como requisito para ser jefe institucional del IGSS “ser peruano y ciudadano en ejercicio, tener grado académico y haber ejercido la profesión por lo menos diez años y acreditar seis años en cargos directivos, en entidades públicas o privadas, y contar con estudios de postgrado”. Es decir, un bachiller de cualquier profesión —sin título profesional, maestría ni doctorado— puede acceder a conducir la respuesta sanitaria de nuestro país. Estos requisito chocan contra la realidad y el sentido común. El DL 1167 señala, además, que el jefe institucional será designado con Resolución Suprema por el Presidente de la República, refrendada por el Ministro de Salud. Hoy eso no ocurre.
La jefatura del IGSS desde el 14 de marzo del 2016, solo con Resolución Ministerial 173-2016/MINSA, está a cargo, en modo interino, de una abogada. La misión central, de los institutos especializados, de los hospitales, las redes de salud y cualquier establecimiento de salud, es el acto médico. Parece increíble que el ministro de Salud no se dé cuenta de ese detalle. Amparándose de manera equivocada en el numeral 3 del artículo 73 de la Ley 27444, que exige que desempeñe el cargo en modo interino el que posea “mayor vinculación a la gestión del área que suple”, ha designado a una abogada. Para el ministro la mayor vinculación para conducir los actos médicos es la de quien mejor sabe de actos jurídicos. ¡Vaya lógica! Peor aún, los interinos asumen el despacho, pero no tienen las prerrogativas legales plenas. En palabras sencillas, el IGSS está acéfalo.
Este hecho genera inestabilidad en la respuesta sanitaria. Además, desde que se creó el IGSS —el 7 de diciembre del 2013— hasta la fecha, han ocupado la jefatura institucional cuatro funcionarios. Cada nuevo jefe institucional designa funcionarios en los institutos, hospitales y redes. La sensación de inestabilidad cunde por todos los establecimientos de salud de Lima metropolitana y en la propia sede central del IGSS. El caso del Instituto Nacional de Rehabilitación es una muestra.
En estas condiciones nos toca reflexionar sobre el Día Mundial de la Salud. La diabetes, como es obvio, nos seguirá ganando. Esperamos que los ciudadanos tomen nota y voten también por la salud.
Herberth Cuba García