Gobierno tiene la tarea de crear un gran hemocentro en Lima y reconstruir la salud pública
En el 2013 el núcleo ejecutor de la llamada reforma de salud humalista, a través de 23 decretos legislativos, destruyó el sistema de salud de nuestro país. En ese entonces el Congreso le otorgó facultades legislativas al Ejecutivo con la finalidad de reformar y enfrentar los desafíos en salud, como la adecuación de la estructura del sector (ministerio) y del Sistema Nacional de Salud al proceso de descentralización, el fortalecimiento de la rectoría del Ministerio de Salud (Minsa), el fortalecimiento de la prestación de servicios de salud a nivel nacional y la reforma salarial de todos los servidores. El objetivo del Estado era mejorar los servicios de salud que recibe el ciudadano.
Además, se incrementó a más del doble el presupuesto para el sector salud entre los años 2011 y 2016. Se reformaron la sanidad policial, las tres sanidades militares, el Minsa y los servicios privados, en línea con el mercantilismo. Se fortaleció la burocracia y se creó una nueva. La reforma salarial regresó a épocas velasquistas a través de una pirámide laboral rígida, centralizada y con incentivos perversos y contrarios a las necesidades de la gente.
Los resultados sanitarios han sido desastrosos. Las normas sirvieron para fortalecer el mercantilismo. Solo como ejemplo, en el año 2013 el Seguro Integral de Salud (SIS) pagó por todo el periodo anual a las clínicas privadas, S/. 2 millones, y en el año 2016 debió pagar S/. 120 millones. Este incremento exponencial es parte de la auditoría en curso. ¿Licitaciones? ¿Concurso de precios? ¿Adjudicación directa? ¿Abuso de la ley de emergencias? Eso es lo que el SIS tiene que investigar, corregir y sancionar. Se creó un doble estándar legal para las contrataciones: un sistema Estado-Estado y el otro Estado-sector privado. El primero engorroso, burocrático e imposible de cumplir; y el segundo abreviado, flexible y fácil. Además, el SIS autorizó el pago en situaciones de emergencia médica a las clínicas privadas, sin convenio ni contrato.
En los últimos dos años del gobierno de Humala, el núcleo ejecutor de la reforma de salud no compró medicamentos a través del procedimiento de compras conjuntas corporativas para todo el sector público. Este procedimiento se creó en el 2006 y ha abastecido desde entonces a los hospitales públicos, generando ahorros para el Estado por la compra en gran escala. Esta negligencia generó desabastecimiento y que el paciente compre la receta con su propio dinero y a precios mayores. También obligó a los hospitales públicos a realizar compras en pequeñas cantidades para emergencias, a precios más altos.
La negligencia por el desabastecimiento de medicamentos es inexcusable. La sangre humana ha corrido igual suerte. Nuestro país tiene 93 bancos de sangre esparcidos y autónomos uno de otro. Cada banco tiene personal, equipos, insumos y materiales que, al no coordinar entre ellos, duplican esfuerzos y gastos. Hay desperdicio de recursos. No hay sangre suficiente ni con adecuada seguridad. Por ejemplo, se necesitan 40 a 50 unidades por cada mil habitantes. Sin embargo, nuestro país solo tiene 8 unidades de sangre para cada mil habitantes. Además la seroprevalencia (número de personas que tienen enfermedades transmitidas por sangre en un año) que según estándares internacionales es de 3 por cada mil habitantes, en nuestro país es de 18 por cada mil habitantes.
Los periodos de ventana en los bancos de sangre son muy amplios; es decir, resulta imposible detectar sangre contaminada porque todavía no se expresa en los análisis de laboratorio. Este periodo de ventana puede ser tan amplio o tan estrecho como la capacidad tecnológica e insumos lo permitan. Y esto significa mayor inversión para reducir este periodo y eliminar la posibilidad del contagio por transfusión sanguínea al mínimo. Es decir, sangre segura.
La reforma de salud humalista tampoco se preocupó de aumentar el número de donantes. Tampoco se ha eliminado el llamado “sistema de vampiros”; es decir, personas que en modo reiterado venden su sangre a solicitud de los pacientes hospitalizados. No hay un sistema informático que consolide todos los bancos de sangre a nivel nacional y que evidencie las malas prácticas. Se mantiene la transcripción manual de datos, que predispone a errores.
El nuevo gobierno tiene la tarea de consolidar a todos los bancos de sangre en un gran hemocentro en Lima (y otros en provincias) que permita el uso a gran escala de los recursos humanos, tecnológicos, informáticos y de insumos. Por otro lado, se debe fortalecer el sistema de unidades móviles para las colectas públicas voluntarias y crear un sistema informático de trazabilidad (recorrido) de la sangre, así como promover la capacitación de los médicos en el uso apropiado de la sangre en los pacientes.
El nuevo gobierno de PPK encontró la salud desarticulada, sin rectoría, con frondosa burocracia, con hospitales desabastecidos, sin mantenimiento, endeudados y con la Atención Primaria en Salud abandonada. Sin medicamentos, insumos, ni sangre segura. Los pacientes se quejan todos los días. Es natural. Sin embargo, corregir el daño causado tomará mucho tiempo.
En el colmo del descaro, miembros del núcleo ejecutor de la reforma mercantilista del humalismo han emprendido una campaña destructiva contra las acciones de reconstrucción del sector salud que realiza el gobierno de PPK. La labor es titánica, requiere tiempo y respaldo político. El Congreso y el Poder Ejecutivo deberían colaborar para lograr la reconstrucción del sector salud.
Por Herberth Cuba García