¿Cuántas de esas emergencias fueron pertinentes?
Un ex ministro y miembro del núcleo ejecutor de la reforma de salud humalista ha publicado un artículo en un medio de comunicación, en el que insta al gobierno de PPK a tomar algunas medidas de salud pública para resolver la crisis sanitaria debida a las inundaciones. No llamaría la atención si no fuera porque ese medio ha publicado ya artículos de varios miembros del núcleo ejecutor humalista y porque todos llevan el mismo mensaje de fondo. Critican la falta de continuidad de la política ejecutada por ellos en el lustro humalista y, aseveran que los funcionarios a cargo de la actual conducción sectorial de salud no hacen bien las cosas.
El ex ministro ha hecho una comparación entre las inundaciones de 1997-1988 y las de ahora. Ha señalado que en esa época se incrementó la
“..enfermedad diarreica aguda diez veces más, debido al colapso de los sistemas urbanos de agua y alcantarillado, el deterioro de los sistemas de conservación de alimentos, la dispersión de la basura y la proliferación de moscas en las áreas afectadas… las infecciones respiratorias agudas, neumonías, conjuntivitis e infecciones de la piel debido al polvo y aire contaminado por aguas servidas… La mayor temperatura, las lluvias y la falta de agua de consumo favorecen la presencia de criaderos y aumentan la reproducción de los mosquitos transmisores de enfermedades. En esa temporada de El Niño se incrementaron los casos de malaria y dengue en el país”.
Esa es la pobre descripción de lo ocurrido en esos años. A renglón seguido, al referirse a la actual crisis sanitaria, ha señalado: “Esta vez nos preocupa el incremento de casos de zika en el Perú.” Y más abajo “También el Minsa reporta un incremento de casos de chikunguña”. Y luego lanza la increíble siguiente propuesta:
“La Ley 30423, aprobada en la anterior legislatura, fortalece la autoridad sanitaria del Minsa para enfrentar riesgos y epidemias, que puede intervenir directamente para asignar recursos adicionales. Esta ley se complementa con el D.L. 1156 de la reforma, que regula el procedimiento para la declaración de emergencias sanitarias y las transferencias económicas a las regiones”.
Además, señala que no hay que preocuparse más, porque “Los equipos de salud saben lo que se debe hacer y tienen la voluntad para enfrentar estas amenazas, al extremo de entregar sus propias vidas”. ¡Ese es el desconocimiento de un miembro del núcleo ejecutor de la reforma de salud humalista! Además, demuestra una inconciencia de la severidad del estado de salud en que han sumido a nuestra población.
Las inundaciones, las lluvias, los huaicos y sus consecuencias epidemiológicas (enfermedades y muertos) son hechos políticos, económicos, sociales y culturales; no se restringen solo a un recuento de enfermedades y muertes. Se debe analizar, por ejemplo, el nivel de pobreza, el nivel cultural, las costumbres, las creencias, la capacidad de respuesta de los diversos ministerios y de los gobiernos locales, así como de la propia población involucrada. Hoy como entonces, la principal respuesta es la articulación y coordinación, de todos los actores estatales en los tres niveles de gobierno: nacional, regional y local. Además del Estado con la sociedad; es decir, con los ciudadanos organizados o no. La articulación y coordinación Estado-Estado y Estado-sociedad es la clave política para enfrentar esos desafíos.
El núcleo ejecutor de la reforma humalista, a través del paquete legislativo llamado “de reforma de salud” destruyó la rectoría del Minsa a nivel nacional. Transfirió las funciones de salud pública a las regiones, a pesar de que la Ley de Bases de Descentralización señala que las funciones de salud son compartidas en los tres niveles de gobierno. Y como sabemos, lo que se comparte no se transfiere. Los gobiernos regionales se volvieron autónomos y el Minsa perdió rectoría y capacidad sancionadora, convirtiéndose en una institución incapaz de cumplir el artículo noveno de la Constitución.
La única forma que le quedó al Minsa para intervenir en la regiones y hospitales, para que cumplan con sus propias funciones, fue la declaratoria de emergencia. Es la ruta descrita por el ex ministro humalista. Sin embargo, hay un incentivo perverso en las declaratorias de emergencias sanitarias. Se premia con entrega de más dinero, con normas permisivas de uso, a los gobiernos regionales que no cumplen con sus funciones de salud pública.
Entre julio de 2014 y julio de 2016 el gobierno humalista declaró 22 emergencias sanitarias: cinco emergencias el 2014, diez el 2015 y siete hasta julio del 2016; y gastó, según informe del Minsa, casi S/. 344 millones. El Congreso y la Contraloría le deben una explicación al país. Se gastaron S/. 344 millones para realizar actividades que debieron seguir el curso normal de la administración pública. ¿Cuántas de estas emergencias fueron pertinentes, cuántas no lo fueron y cuántas se debieron a la incapacidad del Minsa para intervenir a tiempo en las regiones?
Ahora el ex ministro, campeón en declaratorias de emergencias que al resumir el impacto de las inundaciones, huaicos y lluvias, solo a zika y chikungunya, nos da consejos. Sin haber enfrentado una real emergencia como la de ahora. El Congreso, la Contraloría y el Minsa deberían investigar las 22 declaratorias de emergencia y la ruta de los S/. 344 millones, contrastándolas con la realidad, y no solo con papeles. Y, de ser el caso, debe sancionar.