La Atención Primaria de Salud debe ser la base de cualquier reforma
El 7 de abril de cada año se celebra el Día Mundial de la Salud, en conmemoración del día en que entró en vigor la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948. Por tanto, este tratado constitutivo entre naciones ha cumplido ya 75 años de vigencia, y actualmente cuenta con 194 Estados Miembros y otros asociados. En declaraciones por la ocasión, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha señalado que «seguimos enfrentándonos a inequidades abismales en el acceso a los servicios de salud, a deficiencias enormes en las defensas mundiales contra las emergencias sanitarias y a amenazas de productos perjudiciales para la salud y de la crisis climática. Solo podemos combatir estos desafíos globales con la cooperación mundial».
Asimismo, la OMS insta a los países a tomar medidas urgentes para proteger, apoyar y ampliar el personal de salud como prioridad estratégica. En esa misma línea, señala que se debe evitar el déficit previsto de 10 millones de trabajadores de la salud para el 2030, principalmente en los países de ingreso bajo y mediano. También la OMS insta a los países a proteger la salud dando prioridad a la atención primaria de salud como cimiento de la cobertura sanitaria universal. Como parte de las enseñanzas de la pandemia de covid-19, la OMS destaca que proteger la salud es fundamental para nuestras economías, sociedades, seguridad y estabilidad. En ese sentido, plantea tres tareas globales: la primera es negociar un acuerdo mundial sobre pandemias; la segunda, la “revisión del Reglamento Sanitario Internacional” (RSI); y la tercera, revisar otras iniciativas financieras, de gobernanza y operacionales. El objetivo es que el mundo esté mejor preparado frente a futuras pandemias. La OMS hace un llamado a estar alerta ante los ataques contra la ciencia y la promoción de la desinformación, ya que el futuro de la salud depende de nuestra capacidad para potenciar la ciencia, la investigación, la innovación, los datos, las tecnologías digitales y las alianzas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca la cantidad y calidad de profesionales y servidores de la salud que se necesitarán a nivel mundial para el año 2030, lo cual plantea una agenda importante, especialmente para países de ingreso bajo y mediano, como Perú. En este sentido, los estándares de calidad en la formación académica deben ser cada vez más rigurosos, y es necesario ampliar el número de plazas para formar profesionales de la salud, así como atraer vocaciones mediante mecanismos de reconocimiento social e incentivos económicos. Sin embargo, ocurre lo contrario, ya que este año se ha reducido el número de plazas para los postulantes a la especialización profesional de los médicos, conocida como Residentado Médico. Además, se han disminuido las plazas en universidades clave para el desarrollo equitativo del país, como en la Amazonía. El aumento de la oferta de plazas en universidades privadas ha llevado a una disminución en las universidades públicas, que además han visto recortados sus campos clínicos en hospitales y centros de salud docentes. Es importante también no descuidar las condiciones laborales y las mejoras en remuneraciones para hacer la profesión médica más competitiva, así como garantizar la seguridad jurídica en el ejercicio médico, abordar el problema del abuso de las denuncias infundadas y el maltrato, incluso físico, hacia médicos y otros profesionales y servidores de la salud.
La Atención Primaria de Salud ha recibido una especial mención por parte de la OMS, que la considera «el cimiento de la cobertura sanitaria universal». Durante el gobierno humalista (2011-2016) se llevó a cabo una reforma de salud bajo la gestión de una ministra que, a diferencia de la costumbre política peruana, estuvo a cargo del Ministerio de Salud y del Sistema Nacional de Salud durante casi tres años consecutivos. Sin embargo, la voluntad política de ese gobierno de implementar un modelo de aseguramiento basado en intereses mercantilistas dejó de lado el papel fundamental de la Atención Primaria de Salud en cualquier modelo de cobertura universal de salud. Los más de 200,000 fallecidos por la pandemia de covid-19 han puesto de manifiesto la fragilidad e ineficacia de un modelo de aseguramiento centrado en la compra y venta de servicios curativos o recuperativos, a través de la intermediación financiera de grandes capitales privados y del Estado. Es tarde e insuficiente el reconocimiento de la ex ministra al admitir que «el error fue no haber considerado a la Atención Primaria de Salud como el primer piso de esa reforma de salud».
En ese sentido, desde 2017 se ha iniciado un proceso de fortalecimiento del Primer Nivel de Atención mediante la creación de Redes Integradas de Salud (RIS) con enfoque comunitario, lo que implica la aplicación de la estrategia de Atención Primaria de Salud, la intervención en los determinantes económicos, sociales y culturales en salud, la medicina preventiva y la promoción de la salud. Sin embargo, debido a la permanencia en los mismos cargos, o en otros afines, de los funcionarios que respaldaron el proceso de reforma humalista, es que este proceso de conformación de las Redes Integradas de Salud (RIS), según el mandato de la Ley 30885, ha sufrido retrasos y «reestructuraciones ideológicas», a pesar de contar con el respectivo financiamiento. La recomendación de la OMS es oportuna, pero además es imprescindible avanzar hacia la seguridad social universal para lograr la cobertura universal de salud.
La OMS ha lanzado un reto global en relación a los ataques contra la ciencia y la promoción de la desinformación, que han infiltrado no solo a los gobiernos de los países más pobres, sino también a los países desarrollados, incluso a la propia Organización Mundial de la Salud. Las disputas por la hegemonía geopolítica mundial, la enorme competitividad entre las empresas, la carrera por la innovación tecnológica y las grandes ganancias han creado un terreno fértil para estas amenazas. En ese contexto, la labor educativa es crucial, así como fomentar el espíritu crítico y la formación científica y tecnológica basada en valores éticos y morales, así como la transparencia en los resultados de la investigación científica o en la innovación tecnológica frente a los intereses propios y de terceros. Las universidades, los colegios profesionales, las sociedades científicas y las empresas innovadoras, entre otros, deberían ser los primeros interesados en trabajar conjuntamente con los tres poderes del Estado para enfrentar este reto global. ¡Feliz Día Mundial de la Salud!