Empresas farmacéuticas no pueden satisfacer las demandas inesperadas.
Durante varias semanas algunos dirigentes gremiales han remarcado el riesgo que existe en la atención médica y de salud debido al posible desabastecimiento de medicamentos en los establecimientos de salud del Minsa y de los gobiernos regionales. No escapan del problema los establecimientos de EsSalud, de las sanidades militares, de la Sanidad Policial e incluso los servicios privados. Además se reiteran las mismas críticas que se han hecho a los gobiernos anteriores. El temor de que exista desabastecimiento de fármacos es fundado debido, en primer lugar, a las características y peculiaridades que tiene el mercado de medicamentos a nivel mundial. Los países más desarrollados –como EE. UU., los miembros de la Unión Europea, Reino Unido, Australia, China, entre otros– se quejan del suministro de medicamentos y de su desabastecimiento. Es decir, la lucha contra el desabastecimiento de medicamentos es un problema global y afecta a todos los países, en mayor o menor grado.
El Foro Económico Mundial, en su publicación del 22 de febrero del 2023, resalta que “el problema de suministro de medicamentos básicos preocupa a algunos países. Europa, por ejemplo, sufre escasez de medicamentos comunes. En una encuesta realizada entre el 14 de noviembre y el 31 de diciembre del 2022 por el Grupo Farmacéutico de la Unión Europea, el 100% de los 29 países miembros declararon experimentar escasez de medicamentos…”. En ese contexto, señala que las empresas farmacéuticas, en determinadas circunstancias, como ocurrió con la pandemia de covid-19, no pueden satisfacer las demandas inesperadas. El riesgo de invertir en un producto farmacéutico inesperadamente demandado puede generar sobre stock y pérdidas luego de concluir las razones de la alta demanda. Tampoco se puede pasar por alto la afectación que producen los conflictos geopolíticos y las guerras en la cadena de suministro internacional, sobre todo, cuando tienen impacto en el costo de los combustibles y la energía, la inflación y en el deterioro de la estabilidad económica de los países.
En segundo lugar, está la política regulatoria del mercado farmacéutico que adoptan algunos países con la finalidad de proteger sus reservas de medicamentos, como ocurrió durante la pandemia de covid-19, para beneficiar a su propia población. Por ejemplo, se bloqueó el comercio paralelo de medicamentos a otros países y promovieron el acaparamiento, no solo por el gobierno, sino, también, por la propia población, sobre todo, de aquellos fármacos que son de venta libre. En este aspecto, también se incluye, la cada vez más creciente costumbre de recetar con exceso con el consecuente uso irracional de los medicamentos.
En tercer lugar, el temor al desabastecimiento está relacionado con el modelo de cadena de suministro que ha adoptado el país. No existe un modelo estándar a seguir. Los modelos se construyen de acuerdo con la realidad política de cada país, algunos, con primacía del sector público, otros, con la participación prioritaria del sector privado y otros con modelos complementarios del sector público con el privado. Ligado al modelo de suministro se encuentra la capacidad de producción de fármacos de las empresas y los incentivos que otorga el gobierno para que participen o acompañen el proceso de tal manera que no se rompa la cadena de suministro. A pesar de la importancia que tiene el modelo de suministro para asegurar los medicamentos para la población, el Perú, adolece de éste. El proceso de suministro está fragmentado, segmentado y disgregado en autonomías por unidades ejecutoras públicas (Cenares, hospitales, institutos y las geresas o diresas en los gobiernos regionales, o las Diris en Lima Metropolitana), EsSalud, las diversas sanidades militares y la Policial, entre otros. Por ejemplo, el denominado operador logístico Centro Nacional de Abastecimientos de Recursos Estratégicos (Cenares) solo tiene una participación del 20% en la compra de medicamentos, enfocándose, en aquellos denominados estratégicos, como vacunas, medicamentos e insumos para las estrategias sanitarias y otros.
Según reiteradas declaraciones del Minsa, sus adquisiciones estarían aseguradas. Sin embargo, el resto, el 80%, deben ser comprados por las unidades ejecutoras presupuestales de los propios establecimientos de salud. Para dicho fin, el gobierno mediante la caja fiscal transfiere fondos a cada unidad ejecutora, de igual manera, transfiere el Seguro Integral de Salud, como ha ocurrido mediante la Resolución Jefatural 000008-2024-SIS/J del primero de febrero del 2024, que transfirió más de 317 millones de soles. Como se ha podido apreciar, existe una brecha entre la normatividad y la realidad. El ideal normativo es que un operador logístico como Cenares realice la totalidad de las compras de los medicamentos para todo el sector público, para aprovechar las economías de escala y obtener mayor eficiencia y seguridad. Sin embargo, en la realidad eso no ocurre. Durante más de 20 años, se han intentado implementar las compras conjuntas corporativas, algunas veces han tenido resultados aceptables, pero, la mayoría de las veces no ha sido así.
En cuarto lugar, el riesgo de desabastecimiento está relacionado con la idoneidad de los gestores de los establecimientos de salud y su capacidad de moverse en un mercado con alto nivel de incertidumbre. Es difícil ejecutar o gastar los más de S/ 1,344 millones que provienen de todas las fuentes de financiamiento para medicamentos y recursos estratégicos, debido a que intervienen entidades y organismos que tienen autonomía presupuestal, que compiten entre ellos porque están fragmentados y segmentados. Hasta la fecha, el monto global ejecutado solo equivale al 28.4% del monto antes aludido. En ese sentido, algunos hospitales han alcanzado el 85.9% (José Agurto Tello de Chosica) pero otros solo bordean el 20%. A esto hay que agregar que no existe un uso eficaz de datos ni sistemas de información, que ayuden a gestionar la oferta, la demanda, los inventarios y a prevenir la escasez. En consecuencia, la redistribución de un hospital a otro, que resuelva el sobre stock y la escasez, es complejo. Como es obvio, ésta es una agenda pendiente que está vinculada a otra, que es la implementación de las historias clínicas electrónicas.
El temor al desabastecimiento existe, es real; el riesgo, también. Sin embargo, los directores de los establecimientos de salud, que aún no gastan sus presupuestos, tienen una serie de mecanismos que, conjugados, están en condiciones de impedir que la población sea afectada. Desde la adecuada programación de las compras regulares, hasta la redistribución de fármacos entre hospitales, el uso de la caja chica para casos de emergencia extrema, las compras directas o las compras por desabastecimiento inminente, entre otros. El ejercicio del poder en un cargo conlleva una gran responsabilidad. ¡Cuidado!