La foto del equipo de trabajo de la ministra de Salud
En días recientes la ministra de Salud ha presentado en sociedad a su equipo de trabajo, evento que ha sido difundido en nota de prensa del Ministerio de Salud, y que luego las redes sociales han inmortalizado a través de una fotografía. El complemento de ese evento han sido las declaraciones del presidente Vizcarra en las visitas que ha hecho a los hospitales que en modo pedagógico resume las propuestas de ese equipo de trabajo. Es decir, hay solidez y coherencia entre el equipo de trabajo, la ministra de Salud y el presidente.
¿Qué presenta como novedoso el jefe de gobierno? Nada. Reitera los lineamientos de la Reforma de Salud del expresidente Humala y el equipo que ejecutó esa reforma. Es decir, los mismos lineamientos y las mismas personas. La fotografía que comentamos presenta al centro a la actual ministra de Salud flanqueada por la exministra Midori de Habich, y a los exfuncionarios y consultores Arturo Granados, Margarita Petrera, Vilma Montañez, Dalia Suárez, entre otros. El médico Óscar Ugarte se encuentra impedido, por ser candidato en el presente proceso electoral, y es probable que por razones de tiempo algunos integrantes del equipo, entre exfuncionarios y consultores, no acudieran a la sesión fotográfica.
La propuesta presidencial significa retrotraer el país al año 2015, eliminar todo lo corregido y avanzado. Otra vez, entramos a la discusión del aseguramiento mercantilista como política de exclusión social. De nada han servido las protestas sociales y gremiales, las deudas cuantiosas acumuladas por el Seguro Integral de Salud (SIS), y menos los consensos logrados en el Foro del Acuerdo Nacional para salir del impase que ocasionó esa reforma. La fotografía ha quitado el disfraz al encanto del aseguramiento del actual gobierno. Es la misma fallida política de salud del humalismo, pero además con los mismos actores.
El diseño de una política pública requiere una rigurosa argumentación ética, explícita. Además, una enumeración de los derechos protegidos y de aquellos que podrían verse afectados. Sin embargo, la política de aseguramiento que ha propuesto el gobierno no posee ni lo uno ni lo otro. Al contrario, viola la ética médica y además restringe derechos humanos fundamentales. La política de aseguramiento divide a la población peruana en tres grandes grupos. Primero, los que solo tienen derecho al Plan Esencial de Aseguramiento; es decir, a un listado de enfermedades baratas y comunes. Segundo, los que tienen derecho a un plan complementario; es decir, derecho a ser atendidos no solo en el Plan Esencial, sino también de las enfermedades mas complejas. Y el tercer grupo, aquellos que tienen derecho a las enfermedades llamadas huérfanas o raras, y las que son de alto costo. La división solo tiene una motivación económica.
¿Cuál es la injusticia? Que la población mas pudiente ejerce el derecho a estar en los tres grupos. Los pobres y vulnerables, solo en el primer grupo. Ah, y si desean escalar al segundo grupo, deben pagar o, de ser el caso, realizar trámites de demostración de pobreza y vulnerabilidad. Y bueno, el tercer grupo es tan inalcanzable, que aún no se ha creado el fondo económico para ese fin. Es decir, unos tienen más derechos que otros. La discriminación de la población, como es obvio, choca con la ética.
El derecho humano a la salud es violado desde el inicio. Según el aseguramiento solo existe el derecho al Plan Esencial de Aseguramiento (PEAS), y no a la salud en su totalidad. El derecho a la salud en el aseguramiento se redefine como obligación de la sociedad solo para las atenciones baratas, comunes y frecuentes. Sin embargo, en contraste, no se puede pasar por alto que la seguridad social garantiza no solo el derecho a la atención médica con integralidad –es decir, en todo el territorio nacional y de todas las enfermedades–, sino que también otorga prestaciones sociales y económicas. Es obvio que el aseguramiento es regresivo, porque quita derechos y pone a los ciudadanos ante una situación de indefensión.
La justificación para el recorte del derecho a la salud es la falta de presupuesto: no alcanza para todos. Además, “siempre habrá excluidos”, las desigualdades son inherentes a las sociedades, y un largo etcétera. La bioética o la ética utilitarista es como un tranquilizante: más salud para más peruanos. Nótese que no es para todos. La Comisión de Alto Nivel Multisectorial servirá para encontrar la mejor manera de que haya menos excluidos. Sin embargo, el modelo de aseguramiento humalista –que nos ofrece la actual ministra de Salud, su equipo de trabajo y el presidente– es una modalidad cuestionada y superada por los arduos debates del Foro del Acuerdo Nacional del año 2015. Pero lo más grave es que la oferta de servicios de salud no alcanza ni siquiera para cubrir el Plan Esencial al que la población ahora tiene derecho, en modo restringido.
Las carencias de médicos, equipos, infraestructura y medicamentos no podrán ser resueltas con discriminación y exclusión, sino a través de una eficaz política de salud que proteja y cautele el derecho humano a la salud y a la seguridad social universal. ¡Alto a la discriminación y a la exclusión!