El Minsa debe ser un componente imprescindible de esta reforma
El 3 de octubre del 2021 el presidente Pedro Castillo anunció la Segunda Reforma Agraria, en una concentración popular realizada a mediodía en la fortaleza de Sacsayhuaman, en el Cusco. La fecha escogida coincide con el aniversario del golpe de Estado llevado a cabo por las Fuerzas Armadas bajo el mando del General Juan Velazco, el 3 de octubre de 1968. El anuncio de la segunda reforma se engarza con la continuación de la reforma agraria iniciada por el Gobierno militar el 24 de junio de 1969; es decir, hace 52 años. Sin embargo, el presidente ha señalado en su alocución que “no se busca expropiar tierras ni afectar el derecho de propiedad de nadie”. El nombre y la coincidencia de fechas pretende reivindicar ese periodo histórico, con la finalidad de fortalecer la presencia de su gobierno con sus electores rurales, sobre todo del sur del país. Busca mantener la adhesión de 2.2 millones personas que se dedican a la agricultura familiar.
El presidente anunció la creación de un “gabinete de desarrollo agrario”, bajo su directa conducción, que estará conformado por “los ministerios productivos, de infraestructura y desarrollo social con la participación de los gobiernos regionales y locales”, con la finalidad de diseñar “políticas para el desarrollo rural y agrario”. En ese sentido se han resaltado los nueve ejes de esta reforma agraria, que no es otra cosa que la agrupación de una serie de medidas impulsadas, de manera parcial o total, durante varios gobiernos anteriores. Estos nueve ejes son seguridad alimentaria, asociatividad y cooperativismo, infraestructura hidráulica y proyectos de siembra y cosecha de agua, SECIGRA-agro, industrialización rural, mercado de productores y compras estatales, crédito desde el Banco de Fomento Agrario, Articulación intergubernamental e intersectorial en el territorio y repoblamiento ganadero. Es decir, la segunda reforma agraria ha sido presentada con simbología histórica y mucha retórica; sin embargo, es una reforma administrativa, que apunta a mejorar la gestión gubernamental y los servicios a los ciudadanos.
En su discurso el presidente ha resaltado “la protección a la producción nacional de la competencia desleal de alimentos importados mediante ajustes a la franja de precios”, “apoyo directo a los agricultores debido al alza del precio de los fertilizantes y la creación de plantas para su producción”, así como el “impulso a las compras públicas de alimentos” y la “creación del Banco de Fomento Agrario”, entre otros aspectos. El detalle de estas propuestas –que cómo es obvio, serán expuestas por los ministros del ramo– ha generado cierta incertidumbre, a pesar de la declaración del ministro de Economía y Finanzas deue asignará S/ 600 millones para los próximos tres años.
La articulación intergubernamental intersectorial en el territorio con la finalidad de acercar las actividades del Estado hacia la población rural implica la participación de los servicios de salud. Por tanto, la incorporación del Ministerio de Salud (Minsa) en el “gabinete de desarrollo agrario” es imprescindible. El Minsa participa en las autorizaciones de los registros sanitarios para los plaguicidas y pesticidas de uso doméstico –con gran implicancia, aunque parezca increíble, en la agricultura familiar– y también en la promoción y desarrollo del agua potable y del desagüe. Es necesario recordar que el uso del agua tiene una prelación en la que el consumo humano es prioritario.
En segundo lugar, el Minsa es el ente rector del Sistema Nacional de Salud, en el que tienen funciones compartidas los gobiernos regionales y locales, incluidos los centros poblados rurales, tal como es especificado en sus propias leyes orgánicas. En tercer lugar, las zonas altoandinas padecen año tras año de las heladas, que acarrean la muerte de cientos de niños menores de cinco años. En cuarto lugar, en la selva, se da el fenómeno de los “friajes”, con gran impacto en la salud de la población nativa y originaria, así como de la población en general. En quinto lugar, las poblaciones originarias, nativas y alto andinas se encuentran rezagadas en la vacunación contra el Covid-19, pese a los esfuerzos del Gobierno y de la existencia de las brigadas y de las plataformas itinerantes de acción social (PIAS) fluviales, lacustres y aéreas.
La pandemia requiere una agenda de salud previa y concurrente a las acciones del gobierno en la agricultura y el desarrollo rural. Además, es necesario fortalecer los 8,000 establecimientos de salud del primer nivel de atención con enfoque comunitario, sobre todo de aquellos que se asientan en las zonas rurales. El gobierno debe considerar que la salud es la resultante de la existencia social; es decir, es el efecto, entre otros aspectos, de cómo nace, vive, se desarrolla, trabaja, se reproduce y muere la gente. La falta de comprensión del rol de la salud en el desarrollo local vuelve imposible el impacto de la Segunda Reforma Agraria en el bienestar de la población rural.
Luego del lanzamiento de esta Segunda Reforma Agraria es necesario acotar aquello que falta; por ejemplo, el eslabonamiento de la agricultura pequeña o familiar con la mediana y gran empresa agroexportadora, para beneficiarse de las ventajas que ya han conseguido en el mercado mundial y contribuir a su crecimiento. Pero además que el Minsa presente en el más breve plazo su plan de intervención en las zonas rurales, como componente imprescindible de la Segunda Reforma Agraria, en el que se incluya el lanzamiento de la conformación de la Redes Integradas de Salud.