El Minsa se ha equivocado en su interpretación de la protesta
Los días 17 y 18 de julio del 2019, el gremio médico del Ministerio de Salud (Minsa) ha realizado un paro nacional cuya repercusión desprestigia a nuestro país, por la violenta respuesta de parte de las autoridades del Minsa y de la Policía Nacional. No deja de llamar la atención la fotografía actual de los funcionarios del Minsa, porque son los mismos que el año 2014 reprimieron y vejaron a los médicos en el peor momento del humalismo. Sólo basta recordar la infeliz frase de entonces del expresidente Humala: “médicos bravucones”.
La respuesta del Minsa contra la protesta médica ha sido desproporcionada. Los gases lacrimógenos, las lesiones, los empujones y golpes, tal como han mostrado las imágenes que circulan en las redes sociales, nos retrotraen al año 2014; más aún cuando, tal como entonces, la gran prensa no ha cubierto con detalle la noticia.
¿Era necesaria ese tipo de respuesta? De ninguna manera. El carácter del actual conflicto gremial es funcional con la marcha del Sistema Nacional de Salud. Es la simple exigencia de las propias obligaciones que tiene el sector Salud. En ese sentido, la protesta debería ser bienvenida. Sin embargo, el Minsa ha equivocado la interpretación de la protesta y la ha enfrentado como si fuera disfuncional; es decir, como una afrenta a la existencia misma de la gestión. Los fantasmas del pasado humalista, han sesgado la percepción de las autoridades del Minsa.
El Pliego de Reclamos consta de seis puntos, además del cumplimiento del Acta de Acuerdos y Compromisos del año 2017, referida a la escala salarial, debido a que el Minsa “no ha cumplido a cabalidad el porcentaje que corresponde al 2019”. Los seis puntos se refieren al incremento de presupuesto para el sector Salud, reglamentación de la ley que fortalece la rectoría del Minsa, aprobación del Proyecto de Ley que modifica la prestación de servicios complementarios, ascenso automático en la carrera médica y el nuevo corte para el nombramiento. Además de la “solución al desabastecimiento de equipos, medicamentos e insumos de laboratorio en los establecimientos de salud”.
El caso del Reglamento de la Ley 30895, que fortalece la función rectora del Minsa, es increíble, porque la Ley otorga un plazo de 30 días al Minsa para su reglamentación, pero ya han pasado casi siete meses y no se ha cumplido. Es obvio, que la falta de reglamento se debe a negligencia de la gestión ministerial.
Otro aspecto, igual de increíble, es el caso de la Ley de Prestaciones Complementarias, porque, como es sabido, las propias autoridades del Minsa se quejan por falta de especialistas y esta norma permitiría a los profesionales a laborar en el sector público, en modo adicional a su jornada laboral. Es una norma que serviría para paliar la escasez de especialistas. Sin embargo, ya han pasado casi tres años y la norma no se ha promulgado aún.
El ascenso en la carrera y el nombramiento son aspectos que se encuentran normados y cuyo incumplimiento demuestra la negligencia del Sector; pero además, es la mayor causa de desmotivación y maltrato. El Minsa tiene la obligación de dar cumplimiento a la progresión en la carrera de los profesionales y servidores de salud. Esta obligación debe estar reflejada en la Ley de Presupuesto del Sector Público.
Es probable que la ira de los funcionarios del Minsa frente a la protesta del gremio médico se deba a la exigencia de solución al desabastecimiento de equipos, medicamentos e insumos de laboratorio en los establecimientos de salud. El reclamo médico expresa la queja de los pacientes, cuya única opción es enfrentar a los profesionales y servidores de los hospitales, por ser su único contacto, como si fueran responsables del desabastecimiento, pero con grave deterioro de la relación médico-paciente.
La queja ante los altos funcionarios del Minsa, verdaderos responsables, es casi imposible. La prensa ha puesto en evidencia la escasa ejecución presupuestal por parte de la actual gestión ministerial. Es decir, no es la falta de presupuesto lo que genera la escasez, sino la ineficacia e ineficiencia en la gestión sanitaria.
La falta de tolerancia y el abuso de la fuerza pública contra sus propios servidores que ha mostrado la actual gestión ministerial, complica el desempeño de los recursos humanos y, sobre todo, la entrega de los servicios a los ciudadanos. La relación de los profesionales y servidores de salud con los ciudadanos es estrecha y directa. Introducir el conflicto en esa relación es condenar al fracaso los objetivos y la razón de ser del Sistema Nacional de Salud. La tarea que tiene ahora la gestión ministerial es disculparse, a pesar de lo irremediable del maltrato, corregir la gestión y enmendar rumbos.
¡Hasta las peores dictaduras se han cuidado de no atentar contra la relación médico paciente!