Sobre la prevención y promoción sanitarias
La promoción, la prevención y la recuperación son los elementos esenciales de la política de salud. Sin embargo, la mezcla óptima de estos aspectos no siempre es fácil, porque se enfrenta a decisiones políticas, financieras, de gestión organizacional del Estado, de la gestión clínica y sobre todo de salud pública. Además, se toma en cuenta el impacto de las decisiones en el lapso inmediato, en el mediano y el largo plazo. La dificultad mayor radica en que las necesidades inmediatas, la mayoría de las veces no se pueden obviar, ni aplazar. Son las acciones curativas y de rehabilitación que consumen ingentes recursos públicos y privados, que se desvían la mayoría de las veces, en un círculo perverso, de los fondos destinados a la prevención y la promoción. La prevención requiere que la inversión se dirija hacia las actividades de detección, control y disminución de los riesgos causantes de la enfermedad o conjunto de enfermedades. La inversión económica redunda en el mediano plazo y a veces, no es percibido como favorable, por los propios usuarios. Se aprecia, que tanto en la curación, como en la prevención se mantiene la lógica de la enfermedad.
La promoción de la salud cambia esa lógica. El foco de la intervención es la salud. No se detiene sólo en las enfermedades ni en el usuario individual, sino, también, en las colectividades, en la sociedad en su conjunto. La promoción de la salud promueve la ganancia de bienestar, el desarrollo y la expresión de todas las potencialidades del ser humano. La inversión económica en la promoción de la salud redunda en el largo plazo. La educación, los ejercicios físicos, la alimentación saludable, los estilos de vida saludables, las ciudades saludables, los municipios saludables, instituciones gubernamentales y privadas saludables, sólo por citar algunos ejemplos, son el resultado de estrategias políticas y técnicas que, con nuevos valores, parten desde el Estado. Las políticas públicas de promoción de la salud actúan sobre toda la sociedad, porque implica incidir en los determinantes económicos, sociales y culturales, en la Estrategia de Atención Primaria de la Salud, en la información, educación y comunicación, con la finalidad de modificar el comportamiento de los ciudadanos. Es decir, lograr condiciones de vida óptimos y hábitos de estilos de vida individuales y colectivos saludables.
Las políticas públicas en promoción de la salud son el resultado de pujas y tensiones entre diversos actores sociales, con variados intereses, que tienen canales de solución sobre la base de principios morales y éticos. Sin ese norte ético y moral los conflictos serían eternos. Implica que se den por aceptados, la justicia, la equidad y los derechos fundamentales; la interculturalidad y la equidad de género. Los principios y los valores morales por sí solos no operan cambios, sin la participación comunitaria, el empoderamiento social, la educación, la articulación de los diversos sectores del Estado y de la sociedad en modo coordinado y complementario.
Sin embargo, debido a la complejidad de la promoción de la salud, opera por desconocimiento, un reduccionismo conceptual que desnaturaliza su riqueza y su finalidad. Por ejemplo, reducen a la promoción de la salud a solo producir cambios de estilo de vida individuales, a solo la educación, o que se implemente en un territorio al margen de la división política-administrativa del país. En primer lugar, como ya hemos visto, el objetivo, es lograr condiciones de vida óptimos y hábitos de estilos de vida saludables, no sólo de individuos aislados, sino de toda la colectividad. Segundo, la promoción de la salud no sólo es educación para la salud, sino también, información, comunicación, movilización social, incidencia política y social, Atención Primaria de Salud (APS), participación social y comunitaria, entre otros. Y tercero, obviar la división política administrativa, como el distrito, la provincia y la región sería negar la esencia misma de la promoción de la salud. La creación de los distritos obedece a respuestas sociales en un territorio determinado, que proyectan su historia al futuro, con comunidad de creencias, usos, costumbres y sentido. La peculiaridad de sus determinantes económicos, sociales y culturales en el distrito se expresan en la representación política, en las relaciones de poder, en sus instituciones públicas y privadas. La agenda distrital, como es obvio, incluye a la salud y sus servicios, por eso, la promoción de la salud se inserta en el entramado distrital en modo eficaz y eficiente.
El reduccionismo de la promoción de la salud ha creado neologismos como corredor sanitario, territorio sanitario, y otros más, con retorcidos argumentos, epidemiológicos y viales, desde una perspectiva curativa, vetusta y equivocada. ¡Es mejor invertir para no enfermarse, que gastar en curarse!