La caótica situación del sector Salud frente a la cercanía de El Niño
El gran bonetón es un juego de niños que recrea la forma como los adultos suelen eludir sus responsabilidades. Los funcionarios del Ministerio de Salud (MINSA) se comportan de esa manera en relación a la atención de salud y peor aún, de las emergencias. El sistema de salud funciona a través de una red de establecimientos con diversos grados de complejidad y capacidad de respuesta médica. Los pacientes tienen que llegar a algún punto de la red que reúna los requisitos para resolver sus problemas de salud. Este flujo o ruta se realiza a través de las referencias y contrarreferencias. Referencia significa el envío de un paciente a otro establecimiento de salud y contrarreferencia cuando es devuelto. Aquí es donde se lleva a cabo “el gran bonetón”.
Analicemos un caso común. Supongamos que una gestante con algún malestar acude a un establecimiento del primer nivel de salud (posta o centro de salud), en este se constata sufrimiento fetal, que no se puede resolver en ese establecimiento porque requiere atención hospitalaria y quizá cesárea con cuidados especiales para recién nacidos con sufrimiento. La paciente es referida en ambulancia al hospital, éste la recibe, es operada en condiciones óptimas, el recién nacido recibe cuidados adecuados y se recupera con éxito. Luego la paciente con su recién nacido es contra-referida al establecimiento del primer nivel para su control posterior, así como el recién nacido. Además, por ser una emergencia, la gestante podría dirigirse a cualquier establecimiento de salud, sin tomar en cuenta el nivel del mismo, porque el trabajo en red significa enrumbar al paciente al lugar que le corresponde.
El gran bonetón empieza cuando el hospital que debiera recibir a la gestante responde “yo señor, no señor”, envíela a otro hospital porque yo no tengo camas, médicos, insumos, incubadoras, estoy en reparación” o cualquier otra excusa. Las llamadas a los demás hospitales y a la central de referencias del Minsa se realizan con mucho stress y en lucha contra tiempo.
El tiempo es el principal enemigo en una emergencia. El médico que no consigue que acepten a la paciente comunica las dificultades por las que atraviesa a la familia, incluso a la propia enferma. Este hecho agrava la situación. La norma de referencias, equivocadamente, responsabiliza sólo al médico y al establecimiento de origen de lo que le ocurra a la paciente, inclusive durante su traslado en la ambulancia, hasta que es entregada al otro establecimiento.
En modo increíble, la mal llamada reforma de salud ha transferido el sistema de referencias y contrarreferencias de la sede del Minsa al Instituto de Gestión de Servicios de Salud (IGSS). Si antes funcionaba mal, ahora funciona peor. El sistema tiene alcance nacional y el IGSS sólo tiene alcance administrativo directo en Lima Metropolitana, como lo tienen las direcciones o gerencias de salud en los gobiernos regionales. Al otorgarle al IGSS ese rol de articulación funcional nacional, el Minsa ha complicado el sistema y lo ha hecho ineficaz.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), por ejemplo, ha transferido dinero a diversos hospitales para mejorar su infraestructura de cara al fenómeno El Niño, con plazos de ejecución muy cortos. Los hospitales han empezado a remodelar o reparar sus salas de operaciones, servicios de cuidados intensivos e intermedios sin tomar en cuenta la red de servicios de salud, ni el sistema de referencias y contrarreferencias. Pero ni el Minsa, ni el IGSS y menos el MEF se han puesto de acuerdo en un plan de contingencia para los pacientes que no serán atendidos cuando ocurra el cierre de estos servicios médicos. No se ha elaborado un cronograma secuencial para evitar que se caiga la red.
El Minsa, el MEF, el IGSS, las regiones y los directores de los hospitales deben reunirse, planificar y programar una secuencia funcional que permita mejorar los establecimientos de salud sin afectar la atención médica de la población. Lima, a cargo del IGSS, tal como en el juego del Gran Bonetón, ha empezado a pedir explicaciones vía documentos con el afán de eludir su responsabilidad. Si no se pone fin a este juego podríamos pasar a la ruleta rusa y en consecuencia culpar sólo a los médicos. La PCM y el Minsa deben ejercer su rol y resolver el impasse.
Herberth Cuba García