Debemos ejercer nuestra libertad sin hacer daño
El cuidado es un principio ético y una competencia humana fundamental para la sobrevivencia humana y de las sociedades. El ser humano nace como un ser inacabado, que luego del nacimiento continúa su desarrollo hasta que aprende a sobrevivir por sí mismo. Este proceso toma años. Las sociedades se han organizado para cuidar a los niños, a los ancianos y a las poblaciones vulnerables. Sin embargo, la tendencia ha sido avanzar hacia el cuidado universal; es decir, de todos los seres humanos, sin tomar en cuenta la edad, el territorio, la etnia, la cultura, el género, etc.
El cuidado ha pasado a lo largo de la historia como un hecho invisible. Ha sido considerado como un valor negativo. Cuidar a los débiles, a los minusválidos, a los enfermos, a los pobres, no era funcional para las sociedades guerreras y conquistadoras. Sin embargo, ese rol —poco valorado— ha sido desempeñado con diligencia, especialmente por las mujeres: por eso ha sido considerado un rol femenino. Solo a partir del momento en que los conocimientos y técnicas para el cuidado requirieron formación académica, aplicación de técnicas, de tecnología y ciencias, pasó a estar a cargo de los varones. Pero los primeros años de vida del ser humano y el cuidado de los enfermos y los ancianos en la famili ha seguido relegado a las mujeres.
Sin embargo, el presente siglo ha revalorado el principio del cuidado. No solo se ha restituido el principio de no hacer daño —según el adagio griego de “primero, no hacer daño”—, sino que este se encuentra ligado al principio de la libertad. Es decir, uno es libre de hacer o no hacer siempre y cuando no haga daño. También se ha vinculado el ejercicio de la libertad con el cuidado del prójimo para lograr el desarrollo de todas las potencialidades del ser humano. El cuidado es un principio que representa un aspecto esencial del comportamiento de los seres humanos, de las sociedades, de los estados. Libre, no hacer daño y actuar con el debido cuidado, son la principios que rigen las sociedades en el mundo contemporáneo.
Es necesario resaltar que el campo de la medicina y la salud han aportado con su prácticas a estos principios: uno ligado a la profesión médica y el otro ligado a la profesión de enfermería. Ambos principios se enlazan, como las dos caras de una misma moneda. No es posible ejercer la libertad sin hacer daño, pues en la sociedad existe la premisa del cuidado y la protección del prójimo. La libertad, el libre albedrío tiene un freno negativo: no hacer daño. También tiene una exhortación positiva: si se ejerce, debe hacerse con cuidado.
Queda todavía el largo proceso de cambiar la opinión que desvaloriza el rol del principio ético del cuidado. Es necesario incluir en la malla curricular escolar y universitaria este importante principio ético. Varones y mujeres debemos ejercer nuestra libertad sin hacer daño y con el debido cuidado. El desarrollo que no se guía por esos principios terminará devorando al propio ser humano. Exaltará la guerra y la dominación del hombre por el hombre.
Esperamos que el nuevo presidente de la República, hijo de un reconocido médico,aplique estos principios en el ejercicio gubernamental. Y que logre hacer visible y revalore el trabajo abnegado de la mujer en el cuidado, a lo largo de toda la historia.
Herberth Cuba García