Sobre la importancia de la prevención en las políticas de salud
El Ministerio de Salud realiza una febril campaña publicitaria sobre las bondades del Plan Esperanza contra el cáncer. Es su tercer aniversario y señala que se han fortalecido los servicios de prevención oncológica, han realizado 2.5 millones de pruebas de detección gratuita del cáncer a través del SIS y el impacto habría sido el incremento de su detección temprana. Según la versión del Minsa, antes del Plan Esperanza el 75% de los pacientes eran diagnosticados en etapa avanzada, ahora, el 50%. Es decir, se habría mejorado, pero aún así, las cifras son todavía muy malas.
El cáncer es un problema de salud pública. Tiene alta mortalidad, gran discapacidad y enorme gasto. No es sólo un problema de pobres. Afecta a toda la población y a cualquier edad. Un paciente con cáncer en una familia acomodada, llevará al empobrecimiento a ésta. Sin embargo, no es la única enfermedad que posee estas características, hay otras que sólo se diferencian por la magnitud del daño y del gasto. El Plan Esperanza es sólo para el cáncer.
La enfermedad cuando recién se inicia, muchas veces, no da síntomas o molestias y cuando ya los presenta es tarde y deja secuelas. La consecuencia de ésta premisa es, por ejemplo, entre otros, la creación de servicios de salud para las personas que se consideran sanas. Este enfoque representa el cambio de paradigma de la medicina contemporánea.
Los programas o modelos de medicina preventiva que se han implementado en el mundo tienen como objetivo la modificación de los determinantes sociales negativos a la salud, el fomento de estilos de vida saludables, identificar e incidir en los factores de riesgo de las enfermedades y en la detección precoz de éstas.
Los determinantes sociales expresan la existencia social del ser humano. La OPS señala que son “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen.” Los estilos de vida saludables son la expresión del cambio de comportamiento de las personas a favor de la salud. Mucho se ha avanzado en información, comunicación y educación. Sin embargo, es insuficiente, falta una adecuada articulación entre los sectores salud y educación.
El estudio del genoma humano nos permite identificar científicamente la carga genética como factor de riesgo de las enfermedades. Hoy a través de la genómica podemos conocer la predisposición de cada persona y a que tipo de enfermedades. Esta individualización de los factores de riesgo permite adaptar en modo individual el estilo de vida y el tratamiento preventivo con la finalidad de evitar enfermedades. La genómica nos introduce en el universo de nuevos tratamientos con ingeniería genética.
Ya se conocen los factores generales de riesgo que deben ser evitados para la mayoría de las enfermedades, como por ejemplo el consumo de tabaco, alcohol, exposición a radiación solar, sedentarismo, obesidad, infecciones, conductas sexuales de riesgo, mala alimentación y bajo consumo de frutas y verduras, contaminación del aire, etc. Estos factores generales de riesgo deberán reajustarse en función del análisis del particular genoma de cada persona. Es decir la medicina preventiva adquirirá un verdadero carácter científico.
La detección precoz de las enfermedades es eficaz cuando se realiza a personas que se consideran sanas. Es decir, son los famosos despistajes o chequeos. Si examinamos la presión arterial, por ejemplo, a 100 personas adultas consideradas sanas, es probable que encontremos a 15 o 20 de ellas con presión alta, a pesar de no tener ninguna molestia. Lo peor es que cuando aparezcan los síntomas ya será tarde, porque habrán lesiones irreversibles en el corazón, pulmón, riñón, ojos, entre otros. La calidad de vida posterior a estos daños será mala y más costosa. En el caso del cáncer, esta constatación es dramática.
Se ha dado énfasis a la medicina preventiva en cáncer. El Instituto de Enfermedades Neoplásicas (INEN) ha hecho una buena tarea. Los avances a través del Plan Esperanza son el resultado de la conjunción entre el INEN y el SIS. Sin embargo, hay ausencia de programas de medicina preventiva para otro tipo de enfermedades. El Minsa está huérfano de ideas.
Hemos propuesto, por ejemplo, la realización de un chequeo anual por etapas de vida para todos los peruanos y para todas las enfermedades, con cargo al presupuesto público. El impacto en la salud de la población sería enorme y el ahorro de la caja fiscal también. Se necesitaría de la conjunción de los servicios privados y públicos para llevarlo a cabo. Esta sería una verdadera revolución.
Herberth Cuba García