Sobre el consenso alcanzado en materia de políticas de salud pública
Ayer, jueves 22, el Acuerdo Nacional (AN) ha publicado el texto completo del consenso alcanzado en ese Foro sobre la reforma de salud. El Grupo de Trabajo de la Reforma de Salud desempeñó sus funciones desde enero hasta agosto del 2015. La reuniones inicialmente fueron quincenales y luego semanales. El grupo elaboró el documento que luego fue aprobado por el pleno del AN. Participaron el gobierno, los partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y algunos invitados. Me tocó participar como representante de la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE) y he gozado del privilegio de participar en la amplia reflexión y debate sobre la salud de nuestro país.
El gobierno ha tenido el espacio necesario para exponer ampliamente la política de salud que ha implementado. Se ha opuesto a que figure explícitamente en el consenso sobre el financiamiento para la salud el 6% del PBI. Esta cifra ha sido reconocida por la Organización Panamericana de la Salud y el propio Ministerio de Salud en un documento suscrito a nombre del Perú. Además, los actores coincidieron en que esta cifra es la mínima necesaria para financiar una verdadera reforma de la salud. Sin embargo, el consenso obligó a aceptar esa omisión en el documento final.
El documento publicado excluye el concepto de aseguramiento universal. En cambio, reivindica el de seguridad social universal en salud. De esta manera se inscribe en el marco de la XIII política de Estado aprobada en el año 2002. Es decir, el gobierno le había sacado la vuelta al Acuerdo Nacional. El aseguramiento universal es un neologismo confuso que recorta el derecho a la salud. Al resaltar la seguridad social universal, el documento consensuado reconoce la atención integral de salud, es decir, el derecho a prestaciones sanitarias, económicas y sociales.
No basta exigir atención integral de salud porque este derecho se convierte en inalcanzable si no va unido a las prestaciones sociales y económicas. Peor aún, se convierte en inequitativo, porque las personas que pueden resolver por sí mismas las prestaciones económicas y sociales podrían gozar de una atención integral de salud gratuita. Es decir, se genera mayor exclusión. Por ejemplo, un niño que vive lejos del hospital, necesita una atención integral de salud, pero también medios económicos para desplazarse junto con su madre o padre, alimentarse, hospedarse y además, si fallece, los medios necesarios para el sepelio.
El Acuerdo Nacional ha debatido en modo amplio el rol del Sistema Integral de Salud (SIS) y ha planteado que se convierta en un verdadero seguro público, es decir, abandonar el concepto de fondo financiero en exclusividad. Hemos visto con beneplácito que el SIS ya paga subsidios por sepelio y transporte. En buena hora. Pero es insuficiente. Necesita más presupuesto.
La participación de la ciudadanía en la salud fue debatida precisamente en contraste con el diseño de la llamada reforma de salud del actual gobierno, que se hizo en modo secreto, sorpresivo y con abuso de las facultades legislativas delegadas por el Congreso de la República. El acuerdo consensuado señala pautas claras para la participación ciudadana. Además, fomenta la participación complementaria del sector privado en la “política nacional de acceso universal a la salud”.
El documento publicado es un insumo importante para todos los partidos políticos que participarán en la contienda electoral del 2016. La realidad sanitaria y la llamada reforma emprendida por el actual gobierno ha demostrado ser ineficaz e ineficiente. Se gastó más y se obtuvo menos. Precisamente la crisis sanitaria, la prolongada paralización de los servidores del sector y las tres interpelaciones del Congreso de la República a la entonces ministra de Salud plantearon la necesidad de analizar, debatir y consensuar propuestas que generen unidad de propósito. La alta conflictividad del sector impedía un diálogo fluido. El Foro del Acuerdo Nacional ha sido el espacio propicio.
Hay algunos participantes que hoy blandean cartas que acreditan que solicitaron la reunión de los miembros del Foro del Acuerdo Nacional. Bien por ellos. Pero esas cartas son sólo la anécdota. Lo crucial ha sido la participación de todos los actores y el trabajo realizado.
Herberth Cuba García